Wednesday, April 25, 2012

DÍA DE LA TIERRA



 



El 23 de abril celebré el Día de la Tierra de una manera que siempre había querido hacerlo: sembrando árboles. 

En Medellín comenzaron hace unos años con el Día Sin Carro como una campaña de concientización hacia un mayor uso de transporte público y menor uso de transporte privado que tanto aumenta los niveles de polución, de ruido y de estrés. Habría que hacer una encuesta masiva para preguntarles a los ciudadanos que se ven obligados a dejar su carro en casa, qué piensan de esta medida y si creen que el Día sin Carro es la mejor forma para despertar en los paisas una consciencia ecológica.

La experiencia que tuve en los Estados Unidos este domingo fue de primera mano. Como dirían algunos: le metí la mano a la tierra y ahora hay dos arbolitos mas sobre la faz de esta tierra a los que algún día quiero volver a visitar para ver frondosas peras y ciruelas colgando de sus ramas.

Lo que experimenté este domingo, además de aprender a sembrar, fue sentir el trabajo en comunidad. Los líderes de esta propuesta llamada "DIG IN FAIRFIELD" organizaron a los voluntarios en tres turnos que iniciaron desde las 9:30 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde. 

Cuando llegué al sitio de sembrado me recibieron dos de los organizadores y me pidieron llenar dos formatos con información personal y me dieron la camiseta del evento y las instrucciones por escrito de como sembrar los árboles que nos correspondía a los voluntarios del segundo turno. Fue en ese momento que conocí a Pía, mi experimentada compañera de siembra.

Para sembrar el pero, nuestro primer árbol, no hice más que seguir indicaciones de Pía: traiga agua, riegue la raíz, eche el abono, presione aquí, eche la tierra, ponga viruta, cargue y ponga la cerca para proteger el joven arbusto de los venados. No fue tan difícil como pensé. Para nuestro segundo árbol, Pía me pidió que hiciera lo que ella había hecho en la primera siembra para que tuviera una experiencia completa. Nos tomó casi dos  horas sembrar dos árboles, pero es una vivencia que quedará en mi memoria por el resto de mi vida.

No estoy segura si en Medellín se han tenido iniciativas como DIG IN FAIRFIELD en la que invitan a los ciudadanos a sembrar árboles en la ciudad y sus alrededores. A lo mejor sí lo han hecho pero no me he enterado, en cuyo caso, es cuestión de mejorar los canales de comunicación  y de motivar a adultos y a niños a sembrar un árbol. Quizás asi, sabiendo que hemos sembrado un árbol, muchos lo pensarían dos veces antes de talar y antes de contaminar el medio ambiente. Ya no necesitaríamos tener un Día de la Tierra porque cuidaríamos de ella todos los días.

Sunday, January 29, 2012

DOS COLOMBIANOS ESTUDIANDO EN LA USA



Necesitaba un Respiro

Llevaba 11 años en el mismo cargo en mi institución y, a pesar de que me gusta lo que hago y la gente con quien trabajo, después de un tiempo comencé a sentir que había caído en cierta rutina y no producía con la misma creatividad con la que comencé.  

Trabajo en el área de la enseñanza de idiomas y durante los últimos 10 años no se han generado grandes cambios metodológicos, y aun así se hubieran dado, con el acceso a la información a través de bases de datos y de la Internet, siempre he podido mantener un buen ritmo de estudio. Sin embargo, necesitaba tomarme un receso, recargarme de nuevas energías y ver las cosas desde fuera sin ningún tipo de vicio ni prejuicio.  Incluso, necesitaba ver cómo otros están haciendo las cosas que yo hago en instituciones similares.

¿Qué opciones tenía? Los docentes universitarios tienen opciones como el año sabático, pero quienes estamos en cargos académico-administrativo o completamente administrativo, pedir una licencia para hacer estudios en el exterior es casi que la única opción. Ese fue el camino por el que opté.

El proceso de búsqueda de universidad depende de factores como si uno habla inglés, la duración del programa y la ayuda financiera o becas. En mi caso particular, inglés no es un problema y cuento con un jefe visionario que de inmediato comprendió, compartió e incluso celebró mi idea y sin reparos me apoyó financieramente. Siempre habrá formas de negociar licencias remuneradas, no remuneradas, pago completo o parcial de matrícula, tiquetes aéreos y gastos de estadía.

Mi proceso de aplicación fue realmente rápido. Después de pagar la aplicación y llenar los formatos en línea, en cuestión de un mes , tan sólo un mes antes del inicio de clases, recibí una entrevista telefónica de mi asesor en la que inmediatamente me anunciaron que había sido aceptada y que en los próximos días recibiría el SEVIS que debía presentar en la Embajada Americana en Bogotá para solicitar la visa de estudiante junto con otros documentos como extractos bancarios y comprobante de que tenía el dinero para pagar la matrícula, constancia laboral y aval de mi institución.

Efectivamente, unos 15 días antes de mi partida, viajé a Bogotá para solicitar la visa que de inmediato fue concedida. De ahí en adelante, mi vida fue una maratón para tratar de no dejar pendientes ni en la oficina ni en temas personales y entregar el cargo.

Cuando me monté en el avión, fue cuando caí en cuenta de la nueva aventura que iniciaba y a pesar de que me dio un poco de susto, me sentí feliz porque pocos profesionales hacen cambios de este tipo después de que se sienten estables en su trabajo y cómodos con su estilo de vida.

Simplemente me atreví a salir de mi zona de confort para darme la oportunidad de tener una experiencia académica que me ha permitido aprender cosas nuevas, conocer gente de todo el mundo, hacer nuevos amigos y hacer cambios radicales como no celular y no carro. Creo que todos estos cambios me han permitido ver las cosas desde otra perspectiva y aprender a valorar lo que la vida me ha dado.

Buscando Nuevas Oportunidades

Luego de trabajar durante 9 años para 6 empresas diferentes del sector del software y la educación, y de estudiar una especialización en Desarrollo de Software y con un pregrado en Ingeniería de Sistemas, la idea era llegar a la docencia de tiempo completo en alguna universidad en Medellín.  Sin embargo, las condiciones laborales habían sido muy similares en los últimos 6 años. Comencé a estudiar una Maestría en Ingeniería porque quería mejorar mis conocimientos trabajando en un proyecto de investigación para aplicar en el campo académico los conocimientos adquiridos durante los años en las empresas.  Ya había dictado cursos para pregrado y de extensión para algunas universidades. La verdad es que para lograr ser un docente de tiempo completo era necesario una maestría o un doctorado.

Un docente, quien era mi jefe en ese momento como profesor me recomendó revisar la página web de una universidad en los Estados Unidos con el fin de revisar en detalle de qué se trataba el Master en Computer Science. Luego de revisarla, el programa se acomodaba perfecto a las necesidades de conocimiento que tenía. Pensándolo bien, no sólo era una buena opción por ese lado, la idea era buena porque podría perfeccionar el inglés, dado que en mi ciudad de origen no había muchas opciones para practicarlo, únicamente recibiendo clases en cursos.

Además por qué no? sería interesante estar por fuera del país y no solo estudiar en una universalidad  americana, si no además la posibilidad de aplicar los conocimientos en otra organización en el exterior.

Comencé a enviar correos manifestando mi interés en el programa de Maestría. Lo único es que este programa no era de investigación.  La asesora me guio por cada paso en este proceso el cual consistía en enviar una copia del CV con un formato de la universidad en donde debía mostrar mi experiencia laboral y los estudios realizados en mi país. Una vez recibido el CV, la asesora me pidió además el currículo de mi pregrado, el cual debía ser enviado directamente por la universidad donde estudié el pregrado con mis notas y mi promedio. Después de este paso debía presentar un test de programación de Java online. Obteniendo buenos resultados en el examen, la universidad me envió el SEVIS, advirtiendo que al llegar debía tomar otro examen  de Java.

Pedí cita a la embajada, y preparé mis papeles y documentación, obviamente, tenía que llevarlo el SEVIS . Luego de consignar el dinero del PIN para la cita en la Embajada Americana, tuve que viajar a Bogotá. Muchas personas allí solicitaban la visa ese mismo día, no deja de ser un proceso que te pone nervioso. Una vez estaba parado frente a la taquilla esperando mi turno, me dije "ojala que me atienda una chica"… oh sorpresa! quien me atendió era un joven. En medio del susto me acerque a la taquilla, pasando el pasaporte con el SEVIS. Me hicieron 4 preguntas: ¿Qué estudiarás? ¿En qué universidad? ¿En qué ciudad? ¿Quién lo pagará? Obviamente en inglés… Cuatro minutos después mi visa fué aprobadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! "Debes pasar por la oficina de envíos para que te enviemos el pasaporte con la visa a tu casa!", me dijo el consul.

Bueno, ¿qué más se podía hacer? Reunir millas con amigos para que el pasaje saliera muy barato o casi gratis. Pregunté a mis amigos y logré reunir 30.000 millas. Con esas millas podía viajar hasta Chicago sólo pagando impuestos, pero, claro, con 2 escalas: Costa Rica y Guatemala. Sólo restaba empacar y despedirme.