Monday, October 16, 2006

7 LIBRAS Y MEDIA Y 53 CENTIMETROS DE VIDA

“Será uno de esos jóvenes fascinantes que será muy determinado sobre cualquier cosa que quiera hacer. Enséñele desde temprano a tener disciplina y logrará buenos resultados.” Este fue el augurio de Caroll Righter, astróloga de El Colombiano para los que, como yo, nacimos un martes, 16 de enero.

Ese día, la página Medellín Social del referido diario contenía 15 anuncios, que comunicaban la partida o regreso de viajeros. “De su viaje de paseo a Bogotá regresaron el señor Henry Laverde Pineda, caricaturista de EL COLOMBIANO, y su señora Alicia Arias de Laverde, acompañados de su pequeña hija Marithza, después de pasar las vacaciones con sus familiares”. Esa semana, la Revista Corín Tellado publicaba su foto-novela “Aquel Recuerdo” y Valentino lanzaba su colección de primavera en la que imponía trajes de color blanco, cinturones dorados y faldas por encima de la rodilla. No fue en los almacenes Éxito, sino en el Almacén Xócimos, uno de los más elegantes y bonitos de la ciudad por aquella época, ubicado sobre Sucre, entre La Playa y Maracaibo, donde mis padres, Miguel Angel Gaviria y María Omeira Monsalve, compraron bañera, teteros y demás bártulos para la inminente llegada de su primogénita.

Los dolores que ocasioné a mi madre comenzaron más de 24 horas atrás porque, como buena obstinada, me resistía a salir de mi cómodo nido. Meses atrás, mi primípara madre había aceptado la quasi-imposición de mi padre de no trabajar para dedicarse a la crianza de su prole, decisión que yo nunca hubiese aceptado con tanta resignación, cuando 25 años más tarde di a luz a la primera, de mis dos hijas. Trabajó hasta que tuvo 7 meses de embarazo y los dos meses restantes la pasó bordando y haciendo el ajuar rosa porque, aunque el ecógrafo no se conocía o era un lujo, tanto mi padre como mi madre esperaban una niña. Katia, Natalí, finalmente se decidieron por Sandra. Mi hermano Miguel Ángel debió haberme cedido el puesto, dado que si hubiese sido él, le esperaba un tierno mameluco rosado.

El día transcurrió lentamente el 15 de enero. Una familia iniciaba el ritual de despedida a su duquesa, la otra daba la bienvenida a su primera princesa (15 años más tarde llegaría la segunda, Sol Melissa). Maria Francisca de Orleáns, Duquesa de Braganza, nunca terminó el desayuno que compartía con su familia en su casa de Lisboa. Mi madre a duras penas terminó el suyo. A pesar de que los dolores le habían comenzado desde temprano, dejó que llegara la noche sin contarle a mi abuela o a mi padre sobre las contracciones que aumentaban con las horas.

Como la ley de Murphy siempre es predecible, mi padre no llegó temprano del trabajo y mi madre, a regañadientes, sólo pudo esperarlo hasta las 8:00 p.m. porque mi abuela, María Betancur, una matrona recia y de temple, la obligó a salir hacia la Clínica León XIII en el Centro de Medellín. “Esta sociedad va de mal en peor. Vea esa madre soltera”, me imagino rumoraría más de un fisgón al ver a aquellas dos mujeres llegar a la clínica sin un barón responsable de la redonda panza.

Cuando mi padre llegó a casa de mi abuela, mi bisabuela, Carolina Jaramillo, le dio la noticia. Sin comer bocado, tomó un taxi con dirección al Seguro, pero el afán no fue suficiente, pues no alcanzó a ver a mi madre hasta el siguiente día porque ya la habían internado cuando llegó. Las interminables horas transcurrieron en la sala de espera. Mi abuela y mi padre permanecieron toda la noche sentados a cada extremo de una larga banca metálica sin decir nada. Llegaron a pensar lo peor. Mientras tanto en el cuarto, mi madre intentaba conciliar el sueño entre las continuas rondas de las enfermeras y la gritona vecina de cama que lanzaba estrepitosos alaridos.

“De 22 millones fue el déficit del ICSS en Antioquia en 1967” publicó el periódico El Colombiano en su edición del 16 de enero. Nunca podrá saberse si el déficit del seguro o su condición de primeriza fueron la razón principal para las largas horas de labor de parto de mi madre. Mi abuela y mi padre amanecieron sin saber ninguna información. “LOS ACOMPAÑANTES DE FULANA…DE MENGANA…DE PERENGANA”, salían las enfermeras a llamar a los acompañantes de las parturientas, menos a ellos (Ley de Murphy en juego, nuevamente).

Los dolores se hicieron verdaderamente intensos a las 8:00 de la mañana. Dieron las 9:00, las 10:00, y las 11:00 de la mañana, pero en vista de la desinformación y la falta de respuestas de las enfermeras, mi abuela se encolerizó y entró al cuarto donde encontró a mi mamá con fuertes contracciones y escalofrío. “¿VAN A DEJAR MORIR MI MUCHACHA?” gritó enfurecida. Una doctora, a lo mejor condolida con una de su misma especie, la hizo llevar a cirugía. En medio de una sala grande con cortinas que separaban las distintas camas, le hicieron un tacto para constatar que todavía se demoraba. Para acelerar un poco el proceso, otro obstetra decidió aplicarle Pitosín. Aún así, pujó casi tres horas más.

“¡Es niña!” comunicó el médico, finalmente. Big Bang, vi la luz por primera vez. Mi madre observó que el reloj de pared marcaba la 1:45 p.m. Sonrió y se quedó dormida por un par de minutos mientras le hicieron varios puntos de una episiotomía que dio paso a 7 libras y media y 53 centímetros de vida. “Cry baby cry, make your mother sigh, she's old enough to know better” (The Beatles, White Album 1968). Cinco minutos más tarde, mi madre me acogió contra su piel por primera vez.

“LOS ACOMPAÑANATES DE MARÍA OMEIRA MONSALVE” gritó la enfermera en la sala de espera. Mi padre y abuela materna subieron al cuarto 613 en el sexto piso donde celebrarían el primer acontecimiento familiar del año. “10 millones de Botellas envasó la fábrica de licores en 1967”. ¡Salud!
Mamá me cuenta que mi padre era el hombre más feliz y orgulloso de la bebita mas linda del mundo. Él, desde el principio, y contrario a la mayoría de los hombres de su generación, quería una niña. Nos visitaba antes de irse al trabajo, al medio día y por la noche durante los 8 días que mi madre permaneció hospitalizada por el esfuerzo que hizo las últimas tres horas del parto.

Al siguiente día, entre las 4:00 y 6:00 de la tarde, pasó por la clínica una romería que quería conocer a su nieta y sobrina: 10 tíos y tías maternas, todas las primas (mi madre había sido la primera en casarse de la camada con la que creció), mi abuela y tías paternas, Andrea López, y Consuelo y Blanca Cecilia Gaviria. También tuve la especial visita de mi abuelo materno, Moisés Monsalve, quien nunca osaba aventurarse por un hospital (30 años más tarde, uno de ellos fue su última morada).

El Colombiano de ese día publicaba en primera plana que a las 8:00 de la mañana habían sonado las campanas de regreso al estudio y anunciaba que el jefe del estado, Carlos Lleras Restrepo, lanzaba su “Gigantesco Plan Educacional”. ¿Se vaticinaba acaso que mi destino sería la educación? Aunque no estoy segura si los astros determinan la personalidad, definitivamente, siempre que se me mete algo en la cabeza, lo saco adelante con bastante temeridad. No se qué tan fascinante puedo parecerle a los que me conocen y creo que me faltó más disciplina cuando olfateé el piano, la guitarra y la pintura, artes que chapuceo sin ser experta en ninguna.

La última página del periódico del día de mi natalicio contiene la columna “Por la Radio”, la cartelera “Cines para Hoy” y la programación del Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión) que iba desde las 5:15 p.m. hasta su cierre a las 11:15 p.m. ¿De qué estarán llenas las últimas páginas de mi vida? A lo mejor, esta página 18 del periódico “de todos y para todos” sea el augurio que he idealizado.

Saturday, September 30, 2006

CRÓNICA DE MI VIAJE A ARGENTINA

Miércoles, 21 de diciembre de 2005
Fueron seis largas horas de vuelo de las que, a diferencia de lo que mi marido dice, sólo dormí un par, a lo sumo. Me di cuenta que mi temor a volar aumenta proporcionalmente a los años que cumplo, que no quiero tener la sensación de caída libre porque temo a las alturas. Sobre las 4:30 a.m. hora local, empecé a ver un mar de luces desde la ventanilla. Era la primera vez que divisaba desde las alturas una de las capitales más importantes del mundo y la capital del estado de Buenos Aires, que alberga la mitad de 36 millones de habitantes que viven en 4 millones de kilómetros cuadrados, cuatro veces más grande que Colombia, pero con menos habitantes.
Descendimos del boeing directo al remis (taxi en argentino) que nos conduciría al aeroparque, de donde salen únicamente vuelos nacionales. El cansancio opacó en gran medida la emoción de estar en tierra, en el sur más sur que hemos estado. Al salir del Aeropuerto Internacional desembocamos rápidamente en una autopista de tres carriles a cada lado. Por un minuto me sentí en el país del norte, pero la curiosidad de continuar explorando la capital quedó aplazada hasta la tercera y última semana del viaje cuando regresemos de Bariloche.
Tomamos un vuelo que partió del Aeroparque a Mar del Plata. En 45 minutos comenzamos a ver cuadritos de distintos tonos verdes. Una vez fuera del aeropuerto el conductor del remis amablemente nos encimó un tour hablado a medida que nos conducía por la Patricio Rengifo Ramos, la avenida que bordea la costa. Este primer encuentro con el mar del Mar del Plata me remontó a mi primer encuentro con el océano cuando, a los nueve años de edad, mi padre me llevaba dormida sobre sus piernas y me despertó para anunciarme que habíamos llegado al Atlántico por la carretera que conducía desde Montería hasta Coveñas. Esa es una de las sensaciones que siempre quisiera tener cuando llego a un nuevo lugar. Sólo lo he sentido en pocos lugares como New York, Utah y Guanajuato. Siento como si fuera por una calle lúgubre, opaca y que al voltear la esquina se abre el panorama y se colorea el horizonte. Eso sentí al bajar bordeando la costa con sus balnearios llenos de sillas de playa esperando a los turistas. Del otro lado de la avenida, las casas y chalets en ladrillo recubiertas en piedra con techos triangulares y tejas de barro en distintos niveles me recordaron las casitas que pintaba en mis cuadernos de primaria.
Los taxistas con los que habíamos recorrido los pocos kilómetros en este país y la calurosa bienvenida de Andrea en el Resort RCT nos dieron muestra de la cordialidad de los argentinos. Esto me lleva al día tres de este viaje, a la librería Alejandría sobre la San Luís. Fernando parece ser el dueño de este lugar que comparte espacio con el café. Fernando es un cincuentón, calvo, barrigón, de sonrisa amplia y ojos azules. Él sabe cómo ganarse rápidamente a sus clientes. Se acercó a mis dos hijas y en menos de tres minutos ya las llamaba por su nombre. Felix, mi esposo, le compró a Juanita una agenda y al despedirnos les dio un beso.
Cuatro días más tarde llegamos a Puerto Iguazú sobrevolando la espesa selva. Al lado derecho del avión alcanzamos a ver una de las caídas de las cataratas. Es emocionante ver una de las maravillas de la naturaleza. Me pregunto cuánto les tardaría construir el aeropuerto internacional en medio de la selva y a 20 ó 25 kilómetros de la ciudad. Llegamos a la Avenida Victoria Aguirre, una de las vías principales de Puerto Iguazú. Bárbara, la guía, nos cuenta que la avenida lleva el nombre de una porteña que en 1901 llegó en la primera expedición en un barco a vapor a Puerto Iguazú, colonia militar. Tal fue su frustración por no haber llegado hasta las cataratas, que donó 3000 Pesos Fuertes, la moneda de aquella época, para que baquianos abrieran un sendero con sus machetes hasta los saltos.
En toda la frontera se ven unos 10 carros en cada fila, esperando cruzar al lado brasileño. Puerto Iguazú no se ve muy grande, aunque puede ser que sólo pasamos por las afueras de la ciudad; Foz do Iguacu, por el contrario, se ve como una ciudad medianamente grande. Me causa bastante gracia comenzar a ver las vallas en portugués: "Feliz Natao e Prospero Ano Novo", y escuchar hablar a los recepcionistas del Hotel Recanto: Buon dia, obrigado.

Viernes, 23 de diciembre de 2005
Nos costó mucho levantarnos ayer, aunque no tanto como hoy. Me duelen las piernas de la larga caminata. Cristina, la guía que nos acompañó en el tour del lado argentino, nos dijo que al final de la jornada habíamos caminado un total de ocho kilómetros. La primera parada en esta mañana, en la que probablemente estábamos a más de 30 grados centígrados, fue la Estación Central del Tren Ecológico de la Selva, que nos llevaría hasta la Estación Cataratas, parada en la que inicia la caminata de 1100 metros hasta la maravillosa Garganta del Diablo.
El ambiente se siente pesado y húmedo. Los turistas, que por la variedad de idiomas que escucho deben ser de muchas partes del mundo, se refugian bajo la sombra y calman su sed con los cientos de botellas de agua que se deben vender en las áreas de descanso. El sendero de 1100 metros se eleva sobre una estructura metálica instalada sobre las seis ramificaciones del Río Iguazú. Es maravilloso ver la amplitud de ese caudal, pero es más indescriptible la sensación que se experimenta al llegar al balcón desde el que se observan los Saltos Unión, Floriano y Santa María en la Garganta del Diablo, lugar donde los nativos pensaban que habitaba el demonio, porque asociaban la bruma con el fuego. Este lugar se traga a los desesperados suicidas que se lanzan y jamás vuelven a ser encontrados. Son 1780 metros cúbicos de agua que caen por minuto en esta maravilla patrimonio natural de la humanidad.
La siguiente parada es el cruce de los senderos que conducen al Circuito Superior y Circuito Inferior, donde decidimos hacer la gran aventura: un tour adicional que incluye safari por la selva abordo del Iguazú Jungle Explorer, en el que no vimos ningún animal salvaje porque, contrario a nosotros, estaban protegiéndose de los fuertes rayos del sol. Luego dimos un paseo en lancha a motor por los rápidos del río que nos acercó hasta el salto de los Tres mosqueteros y de los Dos Mosqueteros con ducha completa bajo las aguas del Salto San Martín. Esa fue la mejor parte del paseo, aunque durante las dos siguientes horas hayamos tenido que aguantarnos la ropa mojada porque nunca nos advirtieron que podíamos llevar las mallas (vestido de baño en argentino). Al descender de la lancha hacia el Circuito Inferior fue doloroso al contacto de nuestros pies descalzos contra el pavimento hirviente. Rápidamente nos calzamos y caminamos hasta el punto de encuentro con el grupo, sin dejar de admirar los saltos y la isla San Martín.
Llegamos hasta la zona de comidas, pero el único de los cuatro que comió un plato 'completo' fue Felix quien quiso probar la tan afamada carne de la Pampa. Las mujeres optamos por platos light porque el calor no provocaba nada más que una ensalada de verduras o de frutas.
Fue difícil pararse del comedor porque la hora y el estómago lleno no merecían nada distinto a una siesta. Pero con el espíritu de buen turista nos incorporamos para seguir a Cristina y a los pocos valientes que decidimos hacer el Circuito Inferior. La caminata fue suave y agradable, 35 minutos en la que los árboles nos dieron su bondadosa sombra. Disfrutamos de la vista de las caídas en dos balcones de los que observamos los Saltos San Martín, Mbigua, Bernabe Méndez, Bossetti y Dos Hermanas.
Hacia las 3 de la tarde, regresamos a la Estación Cataratas para tomar el tren de regreso al Centro de visitantes. Fue una jornada agotadora por la larga caminata y el sol que deja sus marcas en la piel, pero que bien valió la pena porque son imágenes fotográficas que creo me acompañarán toda la vida.

Lunes, 26 de diciembre de 2005
Vuelvo a escribir después de varios días de no tocar estas teclas, porque ser turista es bastante agotador y no deja mucho tiempo extra. El 23 de diciembre visitamos las cataratas en el lado brasileño. El bus nos recogió a las 8 a.m. Llegamos al Parque Nacional sobre las 10:30 a.m., después de recoger al resto del grupo en sus hoteles. Ingresamos al centro de visitantes, tan bien organizado que no tiene nada que envidiar a ningún parque de los países del norte. Es allí donde tomamos un bus turístico de dos pisos que recorrió aproximadamente 15 kilómetros hasta un sendero peatonal.
Los árboles al lado del camino nos protegieron del sol durante casi todo el recorrido. Sin embargo, el aire era caliente y húmedo. Carlitos, el guía en este tour, nos dijo que la temperatura máxima podría alcanzar los 40 grados centígrados. Para recorrer el sendero panorámico que bordea la línea del Río Iguazú es necesario caminar 35 minutos. Se llega a un balcón que obsequia, a la vista, un acercamiento a la Garganta del Diablo, y a la piel, un rocío de agua refrescante.
Antes de abordar nuevamente el bus turístico tuvimos la suerte de observar de cerca a una cuatí con dos de sus crías, pero por la repetida insistencia de los guías de ambos parques no nos acercamos ni para tocarlos ni alimentarlos por temor a una mordida, que te enviaría al hospital para que te apliquen una vacuna contra la rabia.
Almorzamos en el Restaurante Rafain, tenedor libre (coma todo lo que pueda en argentino), con una deliciosa variedad de platos y postres. Después de un tiempo suficiente para comer partimos para la Represa de Itaipú, la más grande de Latinoamérica. Es estúpido decirlo, pero los spillways, tubos alimentadores, son realmente ENORMES. Los muros alcanzan la altura de un edificio de por lo menos 20 pisos. La energía que esta represa produce alimenta el 25% de Brasil y el 90% de Paraguay, porque fue construida por ambos países en un convenio firmado en los años setenta. El tour terminó con la visita a Itaipú. Pensamos que quedó faltando el tour a Foz de Iguacu como decía el voucher, pero Carlitos, el guía perezoso, dijo que ese era el fin.
El 24 de diciembre un conductor de Cuenca del Plata, la casa de turismo, nos recogió a las 12:00 m. Chico Noroeste, un político de la zona, da su saludo a toda la ciudad en sus múltiples vallas deseando "A todos um feliz natao e um próspero ano novo". Del lado argentino entramos a tierra de jesuitas, la Provincia de Misiones, tierra colorada en la que el óxido de hierro te deja en los zapatos una mancha indeleble. El conductor nos condujo directamente al Aeropuerto Internacional Iguazú, construida a 20 kilómetros del parque nacional para proteger la selva. Nuestro avión despegó a la 1:30 p.m. divisando desde las alturas los kilómetros de árboles en este pulmón del planeta.

Miércoles, 28 de diciembre de 2005
El 24 de diciembre llegamos al Aeroparque Jorge Newbery. Con este aterrizaje ya sumábamos cuatro en esta terminal. Tomamos un remis que nos paseó por una de las principales avenidas de Buenos Aires con edificios de arquitectura europea. Llegamos al 525 de la calle Perú donde nos recibió Laura, la hija de Nélida, la dueña del hostal. Subimos al segundo piso por unas escaleras en caracol de mármol blanco y entramos a una salita en la que había cuatro mesas, un sofá, un computador con acceso a Internet para uso de los huéspedes, una barra y dos repisas con mapas y volantes de promoción de distintos locales, shows, y tours en Buenos Aires y sus alrededores.
La casa es una vieja vivienda construida en 1860 en el barrio San Telmo con un corredor de 50 metros con cinco cuartos al lado izquierdo y un solar y una cocina al fondo. Después de un corto descanso, salimos a caminar por la Avenida Primero de Mayo hasta la Casa Rosada, residencia presidencial. El centro estaba desolado, sólo se veían unos cuantos transeúntes que supongo iban de camino a algún barrio para celebrar la navidad con sus familiares y amigos. Compramos un helado; el mío era de crema americana y crema de leche con granizado. Caminamos hasta la Plaza de Mayo en frente de la casa Rosada donde nos entretuvimos jugando con un grupo de palomas que ya le perdieron el miedo al hombre, que antes que huir, te persiguen para arrebatarte las migajas de pan que saben llevas entre tus dedos.
De vuelta en el hostal disfrutamos de una cena navideña con la familia de Nélida, una pareja de españoles y un argentino y su esposa peruana. Era la primera vez que comía batata, algo parecido a la papa con un sabor dulzón. Nélida preparó una deliciosa berenjena al ajo y una lonja completa de carne al carbón. De postre sirvieron ensalada de frutas y clarité con cidra, más comúnmente conocido como jugo de manzana. Cuando sonaron las doce campanadas salimos al balcón sobre la calle Perú, vimos entre los edificios los reflejos de los juegos pirotécnicos, y volvimos al patio del fondo para dar las buenas noches porque el 25 viajábamos en el vuelo de las 6:30 a.m. con destino a San Carlos de Bariloche.
El 25 de diciembre avistamos a San Carlos de Bariloche sobre las 8:20 a.m. Fue un espectáculo ver los lagos de un azul índigo entre pequeñas elevaciones y quiebres geográficos con las montañas a lo lejos, aún con nieve en sus copas. Tomamos un remis que pasó por el centro de Bariloche a lo largo de la Avenida Ezequiel Bustillo hasta el kilómetro 8 donde viró sobre la vía que conduce a Cerro Catedral, uno de los centros de ski más grande de Suramérica.
Descargamos nuestro equipaje en la unidad 29, comimos un ligero desayuno en el restaurante del resort y, aprovechando que habíamos llegado temprano tomamos el bus que sale cada hora de Cerro Catedral hasta el kilómetro 8. Una vez sobre la Ezequiel Bustillo tomamos la ruta 20 hasta el Hotel Llao Llao, el más prestigioso de Bariloche, ubicado sobre el kilómetro 25 frente a Puerto Pañuelo. Llao Llao es una especie de tumor que le da al tronco de los cohiues, un árbol de la zona. La carretera hasta Llao Llao bordea el Lago Nahuel Huapi, vía llena flores silvestres como la retama, rosa mosqueta y lupinos morados, rosados y amarillos. Las distintas casas y bungalows en piedra y madera están destinadas para la hotelería, almacenes de artesanías y casas de té.
La vista desde el hotel Llao Llao deja sin aliento. Hacia la derecha se ve el Lago Moreno y hacia la izquierda Puerto Pañuelo, a orillas del Nahuel Huapi. El día era soleado y hacía calor. Aceptamos la invitación de una familia de Neuquén, provincia con mucha actividad petrolera, para caminar cuatro kilómetros a través de un bosque de pinos y arrayanes. Las ramas de los árboles forman túneles que protegen del sol y el suelo tiene una capa de hojas de distintos árboles. Fue una caminata agradable, aunque ahuyentando a los molestos tábanos. Caminamos dos kilómetros más sobre la vía principal, pero ya no había árboles que nos protegieran del sol. Casi ni tuvimos tiempo de despedirnos de esta familia compañera de camino para salir corriendo a alcanzar la ruta 10 de las 3:00 p.m. que nos dejaría de vuelta en el kilómetro 8.
El martes nos levantamos temprano para partir de Puerto Pañuelo en el Modesta Victoria hacia el Bosque de Arrayanes a las 10:00 a.m. El Modesta Victoria es un catamarán (barco en argentino) construido en Holanda. Lleva recorriendo las aguas del Nahuel Huapi por más de 30 años y, tras de ella, una fila de gaviotas que se acercan a los pasajeros que las alimentan desde la popa con galletas soda.
La primera parada fue el bosque de arrayanes. El cielo estaba nublado y el viento soplaba sin piedad helando nuestras manos. Recorrimos un sendero entablado admirando los troncos color beige tostado con una corteza que descascara dejando al descubierto vetas blancuzcas. En medio del bosque esta la cabaña Disney, una típica casita de madera en la que venden un reconfortante café caliente con scons, una masita horneada con cáscara de limón de la culinaria inglesa. Luego de 45 minutos regresamos al catamarán con rumbo a la Isla Victoria, un Islote a 35 minutos de Puerto Pañuelo lleno senderos con retamas, y gigantescos secoyas, abedules, abetos, aromos y pinos. Regresamos a Puerto Pañuelo a las 6:00 p.m. y el viento enredaba nuestro pelo y levantaba la toalla con la que me protegía del infame frío. Tomamos el primer remis que esperaba en el parqueadero del puerto con rumbo a Cerro Catedral.

Miércoles, 4 de enero de 2006
Hoy tomamos el Buquebus en Puerto Madero, Buenos Aires, para ir a Colonia en Uruguay. Es un yate con 7 filas de tres sillas cada una, bar, baños y duty free. A una hora de viaje se encuentra Colonia, una ciudad pequeña y tranquila, patrimonio de la humanidad. El casco antiguo no suma más de ocho cuadras a la redonda. Hay un pedazo de muralla y la entrada a la ciudad antigua es de castillo medieval. Lo mejor de este paseo es que puedo decir que navegamos el enorme Río de la Plata. ¡Son kilómetros de una orilla a la otra!
Al regreso a Buenos Aires, aprovechando que desembarcamos en Puerto Madero, caminamos a lo largo del puerto. Es una zona con una vía peatonal con muchos restaurantes. Claro que la variedad es casi..........NADA! Los gauchos no saben comer más que carne, carnita y carnota, con pasta, pastica y pastota y pizza, pizzita y pizzota. Mucha variedad, como pueden ver. Terminamos comiendo hamburguesa en Burger King.
Claro que no podía irme de Argentina sin comer el famoso Bife de Chorizo que comí ayer en Caminito, sector con dos o tres cuadras muy particulares con casitas de muchos colores. Era el barrio donde llegaban los extranjeros hace muchos años. Almorzamos al son de música en vivo con un guitarrista-cantante, un acordeonista y una pareja de bailarines.

Jueves, 5 de enero de 2006
Salimos con todas las ganas de recorrer la avenida Corrientes, zona en la que se encuentran un gran número de librerías. Sin embargo, después de haber visitado no más de cinco, las niñas (y Felix) comenzaron a acosar por almuerzo, así que tomamos un remis con rumbo a Palermo Viejo donde se ubica uno de los dos únicos restaurantes mexicanos que parece haber en todo Buenos Aires, con tan mala suerte que estaba CERRADO. No nos quedó otra opción que caminar una cuadra y entrar a un restaurante que habíamos avistado desde el taxi. Almorzamos en la sala amarilla, uno de los cinco espacios del lugar.
Para digerir el almuerzo, caminamos hasta la plaza donde inicia la Avenida Jorge Luís Borges, un pequeño parque lleno de cafés y artesanos y sitio de encuentro gay. Después de comprarle a las niñas un taxi-helado, helado artesanal fatto in casa o casero que decimos (es la única forma de hacerlas caminar un rato sin escuchar sus quejas), caminamos unas ocho cuadras en dirección a Avenida Santa Fe, trayecto sobre el que encontramos una casa en la que hay un pequeño aviso que dice "en este solar vivió Jorge Luís Borges.....".
En la noche fuimos al Viejo Almacén para ver el show de tango. El servicio de transporte que suministran a los espectadores nos recogió a las 9:30 p.m. El show comenzó a las 10:00 p.m. entre el primero de los dos tragos de champagne, vino, whisky o vodka que el lugar ofrece por los US$50 que cuesta la función. Durante dos horas, pasaron por la tarima bailarines, cantantes y músicos de tango. Un show digno de admirar y que solo un amante del tango podría describir por los pasos, los acordes y el vestuario tan especiales.

Sábado, 8 de enero de 2006
El viernes 7 de enero, nos levantamos a las 9:00 a.m. Las niñas estaban ansiosas por salir rumbo al Tigre, lugar no sólo famoso por los paseos en lancha que se hacen en el Delta del Río Paraná, sino por el Parque del Sol, un parque de atracciones a orillas de una de las bifurcaciones del río.
Tomamos la ruta 126 con dirección a la estación de tren en Retiro. La estación es un edificio antiguo de donde salen trenes para Tigre, Suárez y Mitre. Compramos cuatro tiquetes hacia Mitre y partimos en un viejo convoy sin aire acondicionado, 24 minutos más tarde de la hora programada. La vía del tren es estrecha y sucia y pasa por algunos lugares deprimidos de la ciudad.
Llegamos a la estación Mitre, la ultima de este recorrido, y de inmediato cruzamos por un pabellón para comprar los tiquetes para el Tren de la Costa, tren turístico que parte de la Estación Muapí y que pasa por nueve estaciones más antes de llegar a la Estación Tigre. Esta es una vía más agradable en la que se pueden observar los suburbios de las afueras de Buenos Aires y la línea de la costa.
Al descender del tren se ve el parque. Las niñas corrieron felices hasta la taquilla. Compramos tres pasaportes de 30 pesos que incluye todos los juegos. Las niñas y yo montamos en CASI todos los juegos (digo casi porque me resistí a montar en una montaña rusa llamada Boomerang), aunque repetimos tres veces en una montaña rusa que te deja boca abajo mientras cae. ¡Fascinante!
Salimos del parque a las 5:45 p.m. para alcanzar nuestra segunda clase de tango a las 8:30 p.m. con Mariana. Como ella, muchos bailarines viven de dictar clases de tango y de acompañar a sus pupilos a las milongas. Las únicas que nos atrevimos a tomar clases fuimos Juanita y yo. La clase estuvo muy bien. Aprendimos dos pasos más y, obviamente, practicamos los tres que habíamos aprendido dos días atrás.
El primer día de clase, comenzamos por sentir el ritmo de la música. Después de unos minutos, Mariana nos enseñó cómo desplazarnos. No se pueden separar las piernas, van muy pegadas hasta la rodilla; no se pueden mover las caderas; no se puede sacar mucho el abdomen hacia adelante; la mujer no se puede ir sola, debe esperar la señal del hombre. Fue difícil porque, como buena caribeña, no es fácil dejar la cadera quieta y mover sólo el torso. Además, es difícil esperar que sea el hombre el que te mueva para donde él quiera. Después de aprender el primer paso hacia atrás, aprendimos el ocho y luego el paso básico hacia adelante. Mariana nos felicitó porque dice que muchos sólo alcanzan hasta el paso básico. Es un poco frustrante de todas formas porque los colombianos nos creemos los super-bailarines.... pero nada que ver.


Domingo, 9 de enero de 2006
Hoy estuvimos en el MALBA y en el Jardín Japonés. En el museo hay obras de artistas argentinos y brasileros, principalmente. Hay algunas obras de uno o dos pintores venezolanos, cubanos, un cuadro de Frida Kahlo, uno de Diego Rivera, y uno de Fernando Botero.
Luego fuimos caminando, unas pocas cuadras, al Jardín. Es una obra donada a Buenos Aires por un arquitecto japonés. Hay un lago con unos peces enormes, con el que ya tienen negocio montado porque venden una bolsa de cuido del que no sólo comen los peces, sino también las palomas y un par de patos.
Hay un puente típico del diseño japonés, que conecta dos lados del lago, un par de esculturas en piedra y farolitos en madera identificables en su estilo. Corren hilitos de agua por varios sitios que caen o salen de alimentadores o pozos hechos con bambú.
Después de hacer el recorrido que incluyó parada en el vivero, tomamos un taxi que nos llevara a la Librería El Ateneo ubicada sobre la Avenida Santa Fe, una de las principales arterias que atraviesa la Avenida 9 de Julio, la columna vertebral de Buenos Aires. El Ateneo es la librería mas importante de Buenos Aires cuya edificación era un teatro (de opera, tal vez). Es impresionante cuando se pasa el lobby y se llega al interior de la librería. Hay un primer piso central y dos pisos más de corredores un poco estrechos con balcones antiguos que sobresalen con diseños pintados con color oro. Cuando se mira hacia arriba, hay una cúpula con pinturas como las de la Capilla Sixtina. La reacción de más de un visitante, incluyéndome, es ¡WOW!

Como lo bueno no dura, se llegó el día de partida. Dejamos la pampa argentina el domingo, 8 de enero de 2006. Tres maravillosas semanas visitando variedad de climas y paisajes que han dejado una huella imborrable en mi mente.

Tuesday, August 22, 2006

FACTOR X - QUINCE MINUTOS DE GLORIA

El término reality show sirve para agrupar un diverso conjunto de programas televisivos. Existen distintos subgrupos como el talk show, de supervivencia, de convivencia o de caza talentos que comparten una serie de características que hace se clasifiquen dentro de este género, sin embargo para este trabajo quiero analizar el programa Factor X, creación del inglés Simon Cowell y llamado American Idol en su versión americana que va en su cuarta temporada. Durante esta exploración quisiera incluir varios de los comentarios de algunos de los televidentes utilizando como muestra los mensajes encontrados en el Chat de interés http://www.lacoctelera.com/trazos/post/2005/09/13/factor-x con fechas entre enero 02 y mayo 12 de 2006.

Según lo establece Lorenzo Vilches (1995:58), "El término-paraguas RS se aplica a diferentes manifestaciones de un lenguaje (televisivo) que engloba elementos heterogéneos pero bien ensamblados. Por encima de la aparente diversidad de los temas que se tratan y de la variante de formato que se configure en cada caso, los RS se caracterizan por el protagonismo que le conceden al hombre común, al que convierten en sujeto y objeto de los programas." En general, los realities centran la atención sobre el acontecer de esas personas anónimas que se convierten en actores temporales atraídos por el premio ofrecido y por la popularidad, a cambio de hacer de su vida privada un espectáculo público.

Nancy Sáez (2002:4), quien realizó un estudio sobre la resemantización que los habitantes de Comodoro de Rivadavia hicieron sobre Gran Hermano, identificó varios ejes centrales en los que se basa ese producto: convivencia, aislamiento, vigilancia, contención y sistema de exclusión externa. Todos estos aspectos que bien pueden analizarse aisladamente son claro objeto de estudio semiológico al conformar a un subgrupo específico del género. En el caso de Factor X permanecen la convivencia y el sistema de exclusión externa. La vigilancia, el aislamiento y la contención están presentes en menor grado.

Los participantes en Factor X deben convivir en una casa quedando casi aislados de sus familias por el tiempo que permanezcan en el concurso, a excepción de las fechas de la gala, día en que comparten un rato con ellas. A pesar de que no están vigilados constantemente, las cámaras irrumpen en los momentos más críticos y privados de los participantes para volverlos públicos ante centenares de televidentes. El producto de una convivencia forzada, sumado al aislamiento de su grupo primario ocasionan roces y hostilidades entre los participantes que no estoy segura tengan el acompañamiento debido que es a lo que se refiere el término contención y que significa que cuentan con el apoyo de un equipo de psicólogos. Una de las nuevas técnicas implementadas por la producción del Canal RCN fue la de imponer ‘retos’, que mas bien parecían castigos, a los finalistas que permanecían en el programa con el fin de ayudarlos, según ellos, a superar sus debilidades. Me pregunto si hubo un análisis y acompañamiento serio de un grupo de profesionales en la toma de esta decisión con la que los participantes de este Chat parecen estar en desacuerdo:

“Ya esta bueno de tanto pan con lo mismo, atrévanse a escuchar cosas diferentes, y me parece que para demostrar la humildad no es necesario cantar en un bus, la verdadera penitencia fue haber escalado ese cerro en nombre de una promesa, esa si es humildad.”

“La grosería me parece de parte de la producción del Factor x, obligando a la gente hacer lo que no quiere y si no lo hace lo amenazan con sacarlo del programa, uno en realidad no sabe como se manejan las cosas en el interior de un reality.”

Uno de los elementos más importantes en un reality como Factor X son las intervenciones telefónicas de los televidentes para participar en las votaciones. Estas participaciones ayudan a la construcción de la imagen pública de los participantes y de la producción misma que, como lo afirma Alba Clemencia Ardila (2005:190), “involucran al lector (televidente) en una doble dimensión: como lector y como espectador” que Vilches asegura ha creado un nuevo modelo de público que busca en programas de este género que le cuenten historias creíbles.

Es precisamente el factor credibilidad que los productores de este reality buscan en los casting porque se aseguran que entre los participantes haya una variedad de aspectos físicos y psicológicos que sean representativos del público espectador que asegurarán un alto rating. Es así como los colombianos se identifican o no con algunos de los participantes:

“Saquen a Francisco solo produce lástima. En el mundo existen personas igual o mas pobres q el pero en ves de estar esperando la lástima de los de mas trabajan y luchan por salir adelante. Así q deja de producir lástima con esa actitud de fracasado q tienes”

“Bryan muy buena gala, fue la mejor, por eso la gente lo apoyo, y siga mostrándose tal cual, y es verdad los mayores son unos ardidos no saben perder porque cuando ven que alguien los supera en votación hablan hasta por los codos, lo que indica que tienen miedo que Colombia te respalde.”

Ardila (2006:191) se refiere al concepto semejante o semejante a la vida en el análisis que hace de los talk shows y la relación que se establece entre la conductora-diva y el participante generando la verosimilitud que requiere el género. Ardila reformula el término semejante de la siguiente manera: “primero, hay presencia de dos elementos; segundo, se establece una relación entre ellos regida por la comparación; tercero, los criterios que rigen la comparación tienen que ver con su apariencia y la manera como ésta se manifiesta y, por último, produce en un tercero un efecto de credibilidad”.

En el Factor X ocurre algo similar, pero se tejen una serie de relaciones más complejas entre conductoras, jueces, participantes y público. En este reality se exhibe la diva recatada y angelical personificada en Andrea Serna y la anti-diva indiscreta y jocosa representada en Connie Camelo. Entre los jueces está José Gaviria: el serio y galán visto por algunos como el verdugo; Marbel: la alcahuete que algunos consideran estrafalaria y bulliciosa y Juan Carlos Coronel: el competitivo y sabelotodo. Algunos de los comentarios en el Chat reflejan sentimientos divididos:

“Factor x me ha parecido lo mejor que ha habido en la televisión, (....) sobre todo las presentadoras y los 3 jurados que son personas originales para hablar ante el público, buena esa.”

“Me parece una falta de respeto esas peleas tan inmaduras de los jurados pero mas falta de respeto que RCN saque esas cosas al aire. Por favor no jueguen con los televidentes de esa forma y haber si le damos unas clasecitas de urbanidad de Carreño a Marbel, unas de humildad a Coronel y unas de afinidad a Gaviria.”

Vilches asegura que la televisión de mercado a través de los realities se ha aprovechado de varias dolencias que aquejan a la sociedad moderna como la soledad, violencia moral, falta de amor y abandono familiar. Muy probablemente, la razón por la cual los consumidores 'duros', término utilizado por Sáez para referirse al televidente que sigue paso a paso el reality, y los consumidores 'blandos', televidentes ocasionales, se identifican o no con participantes en quienes probablemente encuentran sus propios valores o anti-valores.

Son justamente los símbolos sociales como la fama y el reconocimiento los que un televidente anónimo de Factor X encuentra en un ser, días atrás igualmente anónimo, que se convierte en el héroe que lo representa a él y a un grupo de personas en condiciones similares. En Factor X 2006, se hizo evidente que Mario representó a las negritudes, Bryan y Juanita a los rockeros y Francisco a los pobres, ‘ejemplo de superación’ que algunos desaprueban por el empleo de lo que algunos denominan porno-miseria, como fue expresado en este chat:

“No me gusta Francisco porque roba mucha cámara alardeando de su baile y de su lástima. Mijo para que sepa que ya el cuento de la lástima y de las piruetas de cirquero se quemó con Julio y ya no pega. Ese cuento de alejarte de tus compañeros para que la gente crea que te tratan mal no te está quedando bien, no estás teniendo buena imagen y me parece que ya deberías salir.”

“La televisión está cayendo en la búsqueda del efecto emocional gratuito antes que buscar la reflexión personal y el cuestionamiento del poder. En muchas ocasiones hay más preocupación por inducir al sentimiento, que a entregar algún contenido”. Este fue el diagnóstico hecho por el jurado de selección del IV Premio de Periodismo Latinoamericano. En esta misma línea de ideas, Ardila (2006:198) asevera que la televisión actual ha establecido unas nuevas propuestas ideológicas que representan los nuevos parámetros de comportamiento social como ella los menciona: “Obnubilación de la justicia social, ruptura de los lazos entre el individuo y el Estado y focalización de la problemática emocional, económica e ideológica en el individuo”. Son precisamente estos parámetros los que Factor X alimenta, aunque es más evidentemente que se aprovechan de la situación de algunos participantes para hacer de su problemática emocional y económica un espectáculo.

Vilches (1995:9) identifica varios cambios en las formas de espectacularización entre televisión y espectador a través de la información, la ficción y el entretenimiento y que, a mi modo de ver, son empleados para expresar un valor como la fama:
a) las localizaciones del reality: en Factor X hay una ostentación de espectacularidad, convirtiendo a estos hombres comunes en ‘estrellas reales’ con todo un despliegue de luces, sonido y escenografía.
b) la transformación del star system: en Factor X los concursantes son convertidos en estrellas con un ‘look’ personal a los que sacan de gira por todo el país para promocionar su ‘carrera’ en el programa con lo que considero pretenden conseguir seguidores que gasten su dinero en llamadas.
c) el fin de la frontera entre público y privado: Factor X da a conocer aspectos de la vida privada de estas nuevas estrellas, aspecto que atrae al televidente quien no encuentra la misma información de personajes públicos que luchan por conservar su privacidad.
d) la interactividad de los sentimientos: en Factor X se aprovechan de toda muestra de los sentimientos de los participantes en vivo, incluyendo la de los jurados, para satisfacer la sed de emociones que pide el nuevo televidente.

Considero que los televidentes que participan de esta nueva televisión establecen nuevas prioridades como ciudadanos limitando su participación ciudadana a una participación de mercado en la que algunos encuentran estrategias para expresar sus favoritismos y antipatías:

“Me compro el disco ORIGINAL de Enygma, compro el cd pirata de Julio, y me cag++ el cd de Farina.”

En un sentido denotado, nos encontramos ante un reality que busca descubrir y lanzar nuevos talentos dentro de los miles de colombianos que, hasta este momento, no habían tenido una oportunidad. Sin embargo, en el fondo, nos encontramos con un programa que ganó el premio TV y Novelas al mejor reality en el 2006 que mueve un gran mercado por las llamadas ‘salvadoras’ (desde un celular o un teléfono fijo con un costo de $1650+ iva el mensaje o minuto), la venta del CD interactivo, con las canciones de los finalistas de la primera temporada y la venta de los Factorazos, CD con las canciones de los personajes más graciosos que pasaron por las audiciones, que algunos disfrutan más que las mismas galas:
“Para los que quieran lo mejor del Factor X de RCN, las mejores audiciones, la Brini paisa, el metalero, la gasolina, el mariquetas, y otros mas, los pueden descargar desde: http://www.queboleta.com/descargas/categoria_descarga/5

Como afirma Roberto Arnau Diez (2000:4), la televisión oculta los mecanismos de producción, de mediación y de manipulación, que aunque hay centenares de televidentes que en marzo llevaron a que Factor X fuese el segundo programa mas visto con un 32.3% de sintonía, después de los Reyes de RCN con un 34.2%, también hay otro centenar más que no se deja involucrar en este juego:
“Mi opinión es que RCN está explotando a la gallina de los huevos de oro con lo del tal cd. Interactivo. No hallan que inventar para que la gente vote ¿se imaginan las ganancias tan millonarias?”
“[….] lo único que les interesa es el rating, se nota a leguas que la producción no quiere talento neto sino votaciones para su beneficio [….] si de verdad les importara al artista no tendrían necesidad de hacer ese ridículo del cd interactivo, RCN. La gente ya no le come cuento y ya no se esta dejando llevar por las peleas, y explíqueme donde esta Jaider villa, o Nicolás, o Shirley (ganadores de Protagonistas de Novela).”
Esto nos lleva a pensar que este formato de reality puede estar perdiendo credibilidad y que la audiencia, cada vez más, lo sitúa más al lado de lo ficcional que del real saliendo a flote el mensaje connotado y dejando al descubierto las intenciones reales de los productores del programa, como se corrobora en los siguientes mensajes:
“[….] Dense cuenta que esto es una farsa. Lo único que quieren generar los de RCN es polémica para que vean la farsa de reality que montaron, pues esa vaina ya parece Laura en América y si les digo peor.
Las votaciones no son ciertas. Esa gente lo único que hace es acomodar las fichas como les conviene sencillo.”
“Si de verdad les importara el talento neto y buscan de verdad a un buen artista, por qué Factor x tiene necesidad de mostrar votos, roces, convivencia, penitencia, y otras cosas mas? Porque sólo les importa el rating, y la diferencia está cuando lo comparamos con American Idol, en donde si se preocupa por el talento y por eso no muestran otras cosas, y ese programa es el que lo diferencia de los demás dizque caza talentos.”

Vilches asegura que la evolución de este género puede llevar a muchas estéticas y formas sociales de consumo televisivo creciendo armónicamente y estableciendo una relación equilibrada, pero que, de otro lado, puede llevar a una neoplasía o crecimiento indiscriminado de células o lo que llamamos cáncer. De todas maneras, somos los consumidores los que iremos ayudando a moldear el tipo de producto que queremos porque es así como se alimentan los creadores y productores de los diferentes formatos televisivos. En resumen, seremos los espectadores quienes decidimos si queremos tener nuestros quince minutos de gloria o, por el contrario aterrizamos y buscamos formas más permanentes y realistas de vivir nuestra vida.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ardila, Alba Clemencia, (2006). Ficción y televisión: Los sujetos culturales en los talk show. En Co-herencia, número 4, volumen 3 enero-junio.

Arnau Díez, Roberto, (2000). La televisión, en su función normativa / el reality show. En Revista Latina de Comunicación Social, número 26, de febrero de 2000, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL): http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000vfeb/137arnau.html

Sáez, Nancy, (2002). En torno a Gran Hermano, en Nombre Falso, portal dedicado a la teoría de la comunicación y la sociología de la cultura. Comodoro de Rivadavia (Chubut). En la siguiente dirección electrónica (URL): http://www.nombrefalso.com.ar/articulo.php?id=28

Vilches, Lorenzo (1995) "La televerdad. Nuevas estrategias de mediación" En Revista Telos, número 43, en la siguiente dirección electrónica (URL): http://www.campused.net/html/telos/larevista/larevistatelos.htm

Wednesday, August 09, 2006

EL PARQUE DEL PERIODISTA - MEDELLÍN

Eran las 8:00 p.m. cuando llegamos al Parque del Periodista. Pensamos que la lluvia sería un impedimento para que estas personas se reunieran allí, pero al llegar a la esquina sobre Maracaibo, nos encontramos a nuestra derecha con un grupo de metaleros y en el parque con una aglomeración de personas, en su mayoría, entre los 18 y 35 años disfrutando el espacio público. Para algunos, el pavimento mojado no era un obstáculo para sentarse sobre la acera, en los muritos de las jardineras o alrededor de la escultura de Edgar Gamboa o el busto de Manuel del Socorro Rodríguez, fundador del periodismo en Colombia.

Los habitantes de la esquina son un grupo de 15 a 20 metaleros que permanece de pie mirando a los transeúntes pasar sin mezclarse con el resto de individuos. Su definida indumentaria caracterizada por el uso de camisetas, pantalones, faldas, gabanes, botas negras y correas negras con taches plateados hace evidente la diferencia con el resto de asiduos visitantes.

Entre los habitantes del parque, a pesar de ser una comunidad flotante, se observa una gran familiaridad dados los permanentes encuentros eufóricos que ayudan a conformar fácilmente nuevos grupos de conversación. Si hubiésemos tomado una fotografía cada 5 minutos, no hubiesen sido iguales porque el desplazamiento entre muchos de los grupos es alto. Las personas que conforman un corrillo de 2 a 5 personas no podrían ser descritas bajo el mismo patrón. Cabellos cortos, largos, cabezas rapadas, hombres de trenza o con rastas, cachuchas, gorros de alpinista, boinas, bufandas, chaquetas de jean o cuero, tenis, botas, morrales a la espalda, una que otra mochila y bolsos de lona cruzados al hombro, camisetas, pantalones de colores oscuros (no necesariamente negro) y ausencia de celulares son muestra de la diversidad de este grupo. Es escaso ver mujeres voluptuosas de cabellos tinturados, ropa ajustada y tacones. Predominan las mujeres sin maquillaje, con cabellos al natural y ropajes sin adornos lo que las diferencia de mujeres de otros lugares de la ciudad, tales como el Parque Lleras.
Fuera de estos asistentes, el lugar es visitado por más de 10 vendedores ambulantes, niños y adultos, que con sus cajas, coches y bandejas ofrecen una variedad de dulces, chicles y cigarrillos entre los círculos de personas en el parque e, inclusive, entre los clientes de El Viejo Vapor y El Guanábano, los bares más antiguos en esta zona, cuyas paredes se llenan de afiches que promocionan eventos, entre los cuales nos llamó la atención el Mercado de Alimentos Orgánicos que se realiza el tercer fin de semana de cada mes.

Para muchos, la noche es la excusa perfecta para el encuentro. Entre cervezas o aguardiente en vasos plásticos y en caja, cigarrillo y un pucho de marihuana compartido se tejen conversaciones, tertulias y manifestaciones de cariño entre individuos del mismo sexo o del sexo opuesto. La ausencia de música, a excepción de un joven que tocaba la guitarra para su grupo de amigos y el eco de la música de los bares, le dan espacio a la palabra y al encuentro cara a cara con el otro.

En el costado sur del parque se encuentra la obra del escultor Edgar Gamboa que recuerda el asesinato de nueve jóvenes en Villatina. Como expuso el periodista Jaime Horacio Arango en su artículo Obra para no olvidar la barbarie de la edición del 25 de febrero de 2004 de El Colombiano, periodistas y familiares de las víctimas no se explican por qué la obra fue ubicada en este lugar. Sin embargo, los habitantes del parque parecen haberla incorporado en su hábitat: se ubican bajo el paraguas del carrusel, uno que otro danza y adorna la bailarina, otros se sientan sobre la bicicleta, abrazan al que esta sentado en una de las bancas, e incluso, un jíbaro utiliza como caleta una de las mangas del niño que esta sentado con su grabadora. Otra de las manifestaciones de un artista callejero que nos llama la atención son dos réplicas de las estrellas de la muerte de la campaña del Ministerio de Transporte pintadas sobre una de las aceras del parque.

Después de transcurridas dos horas, y antes de despedirnos de aquel sitio en donde fue constante olor a marihuana y el consumo de licor, aparecieron dos policías bachilleres que tímida y rápidamente atravesaron el parque para desaparecer en la oscuridad hacia la calle Caracas.
Cuando llegamos a este escenario juvenil esperábamos encontrarnos con grupos de hippies, de metaleros, de punkeros o de góticos muy definidos. Sin embargo, vimos una mezcolanza de indumentarias y gustos que dan muestra de la heterogeneidad del grupo. Esto es lo que, en parte, García Canclini llama hibridación y que, describe, va acompañado de la caída de viejos repertorios (Barbero 1992: 129). En nuestro caso, pensamos que debido a este fenómeno, los habitantes del parque contribuyeron a mover las fronteras que definían a las tribus urbanas predominantes durante las dos décadas anteriores para dar paso a un nuevo grupo, que el psicólogo Edwin Montes Marín (2005) en su artículo Escenarios Juveniles Urbanos, llama crossover. Esta nueva construcción de identidad como producto de un proceso de mundialización por la lectura y apropiación de valores adaptados a las condiciones locales, se relaciona con lo que Roland Robertson llama glocalización (López 2004: 21), fenómeno en el que se presenta un juego entre lo global y lo local que tiene como resultado procesos de hibridación.

Como lo cita Barbero (1992: 133), Castells afirma que muchos se resisten a la desespacialización y desterritorialización para devolverle sentido a la vida, dado que con estos fenómenos perdemos nuestra identidad política y cultural. Consideramos que estos habitantes del parque, conforman un grupo de ‘resistencia’ en un intento por mantener su territorio como espacio vital cultural en donde puedan expresar libremente sus ideas y sentimientos y promover la desmasificación y mestización de los consumos que engendran diferencias y formas de arraigo locales - Mercado de Alimentos Orgánicos - (López 2004: 22), dándose de esta manera un proceso de reterritorialización.

La ausencia de celulares dentro de este grupo y del prototipo de mujer que se encuentra en otros escenarios de Medellín, producto de la publicidad, lo vemos como una forma de resistencia al post-modernismo y a la masificación consumista que nos impone la sociedad actual. Consideramos que su indumentaria y su comportamiento sin artificios ni complicaciones son manifestaciones de la forma como este grupo ha elegido habitar el planeta, tal como lo menciona Jesús Martín Barbero (1992: 124).

Consideramos que su forma de vida, de presentarse ante la sociedad y el grupo que representan es desvalorizado por la cultura hegemónica de Medellín. Esta afirmación se hizo evidente durante la planeación de nuestra visita al parque, en la que amigos y familiares nos advirtieron sobre los riesgos de meternos en un lugar al que no pertenecemos y en el cual podíamos ser no solo excluidas, sino violentadas. No obstante, al final de nuestra visita, concluimos que este grupo se mostró apacible y tolerante frente a la diferencia. Comprobamos que dichas advertencias fueron sobredimensionadas, probablemente por la estigmatización que recae sobre las personas que frecuentan este lugar.

Otra dinámica que acompaña la reterritorialización, según Montes Marín es la búsqueda de nuevos espacios alejados de la presencia vigilante adulta y de sus miradas que juzgan, reprueban y condenan, hecho que evidenciamos en el Parque del Periodista ante la ausencia de un ente regulador, lo cual permite que no sólo jóvenes sino también adultos utilicen este espacio para portar, preparar y consumir libremente marihuana y para usar heterogéneamente su vestuario, convirtiendo dicho espacio en otra zona franca de la ciudad.

Finalmente, consideramos que las interacciones cara a cara ocupan un lugar importante para este grupo, donde la palabra es el personaje protagónico en este espacio que sólo recibe el eco de la música. Esta situación se presenta en contraposición al individualismo patológico, siendo una de sus manifestaciones actuales la utilización del chat que propicia encuentros virtuales, muchas veces, carentes de veracidad y autenticidad.

Como lo afirma Castells “cuando el mundo se vuelve demasiado grande para ser controlado, los actores sociales pretenden reducirlo de nuevo a su tamaño y alcance” (Juan de Dios López 2004: 22). Concluimos que la manifestación de resistencia de estos habitantes del parque es una muestra más de otro grupo que busca una identidad propia la que, a su vez, le da vida a su territorio y a la ciudad, que no sería la misma sin la interculturalidad que en ella se presenta.

(Escrito con Sandra J. Valencia)
METRO - CIUDAD

Miro desde la ventana este recorrido sur a norte con escenas que cambian rápidamente: el corredor industrial paralelo a una de las arterias viales más transitadas, el congestionado centro de la ciudad en plena hora pico que desemboca en la zona del Hospital Universitario, La U. de A. y el Planetario, la estrecha ruta hacia el norte y las casas ubicadas a un lado de los rieles que nos dan la bienvenida y, finalmente, la Autopista Norte y el Río Medellín abriéndonos paso. El Metro no sólo ha unido varios puntos de la ciudad, sino que, durante el recorrido, permite que se establezca un tipo de comunicación intercultural entre los viajeros por la llamada Cultura Metro. Adicionalmente, al haber extendido los beneficios del transporte masivo al sector noroccidental, rompe con el esquema tradicional que hasta poco era un privilegio de la cultura hegemónica.

Es la hora del retorno después de una jornada de trabajo y decenas de manos se aferran a las barras del vagón. Los hombres y mujeres con rostros fatigados que subieron al metro en las estaciones del sur conversan en sus pequeños grupos. Nuestro grupo es el más numeroso y, no se si por eso o por algún otro motivo, me siento observada. En aquel vagón, compartíamos los mismos valores Metro y, a pesar de que estamos muy cerca el uno del otro, seguimos comportándonos como individuos de mundos diferentes.

Llegamos a la Estación Acevedo y al descender del vagón nos informan que debemos hacer fila para ingresar al Metro Cable. Todos respetan su lugar en la línea, pero al llegar el siguiente tren hay un desconcertante alboroto cuando los que llegan salen en estampida para coger su lugar en la fila. Me sobresalto y me pregunto si los del sur hubiésemos hecho lo mismo. En pocos minutos, 6 estudiantes y 3 habitantes de la zona ingresamos al pequeño carro. Estos hombres, que muy probablemente hacen parte de los miles que han migrado de diferentes pueblos a las periferias de la ciudad, amablemente nos explican que el Metro Cable ha valorizado la zona y que, por tal motivo, lo han acogido muy bien. Creo que no compartimos el mismo imaginario, por lo menos yo. Era mi primer viaje en el Metro Cable y me preguntaba cómo pueden convivir con esta mole de cemento y hierro prácticamente en la sala de su casa, pero por lo que les escucho, se sienten reconocidos.

Aunque seguimos en la cultura Metro, siento que lo que realmente conozco de este mundo es a través de los medios. Los del sur y los del norte somos más una suma lineal de comunicaciones en la que se presentan pocos intercambios. ¿Qué habría pasado si hubiésemos salido de la estación? A lo mejor hubiésemos sentido la multiculturalidad de Medellín y la fuerza con que nos excluimos por pertenecer a zonas que siguen estando delimitadas por quiebres topográficos y por los territorios que definen nuestras comunas.