Thursday, February 11, 2010

Innovar es la tarea desde hace tres décadas
A propósito del nuevo edificio de Ingenierías de la Universidad EAFIT
Inauguración del Edificio de Ingenierías
Foto Archivo CAD EAFIT

La Escuela de Ingeniería está celebrando 30 años, una propuesta que desde sus orígenes ha buscado marcar la diferencia con programas que han encontrado el balance entre teoría y práctica. Como parte de la conmemoración está prevista la construcción de un nuevo edificio.

El primer computador que llegó a la Escuela de Ingeniería de EAFIT era un IBM 370-115 que ocupaba todo el sótano del bloque de Administración. Fue una gran fiesta porque, además, era el primer computador de la Universidad que al final terminó por ser compartido entre la administración y la academia.


El recuerdo, que hace parte del inicio de la Escuela de Ingeniería, es de Guillermo Sanín, su primer decano y quien años más tarde también fue rector. Era la época en la que los directivos de la Universidad habían tomado la decisión de suspender las Tecnologías Textil, Industrial, Mecánica y de Computadores, que había ofrecido su Instituto Tecnológico a partir de 1962.


El objetivo de la determinación era claro: empezar a trabajar en el proyecto de crear el pregrado en Ingeniería de Sistemas, que comenzó actividades en 1976.


Sanín afirma que los egresados de las tecnologías pedían admisión a Administración para obtener un título profesional y fue por eso que se comenzaron a diseñar programas de ingeniería. “Al principio decidimos meternos en el área de sistemas porque veíamos un gran futuro. Viajé a Bogotá para mirar qué había y también evaluamos lo que existía en Estados Unidos. Con la experiencia de Juan Camilo Arango y Eduardo Zuluaga, quienes eran de esa área, analizamos lo que se necesitaba. Se contemplaba, por primera vez, una carrera en sistemas con semestre de práctica”.


Y debido a la trayectoria de la Universidad en el campo administrativo, se creó como un programa que combinaba esta orientación con la ingenieril.


Hasta vendieron pauta


En el proyecto, que pretendía ser el primero en su clase en la región occidental del país, también trabajaron, además de Guillermo Sanín, los profesores Hernando Bedoya, Juan Camilo Arango, Sergio Montoya, Eduardo Zuluaga y Juan Fernando Molina.


Este último docente, quien fue decano entre 1983 y 1987, recuerda a la primera promoción del pregrado como a un grupo entusiasta y convencido de lo que estaba haciendo. Incluso, cuenta, que por iniciativa propia y con el apoyo de la dirección, publicaron 12 ediciones de la Revista Dat-IS que en un 99 por ciento tenía artículos escritos por los mismos estudiantes y docentes. Ellos mismos, además, vendían las pautas publicitarias para poder regalar la revista y no tener que venderla.


Tres años después de la creación de Ingeniería de Sistema, el 21 de febrero de 1979, se inauguró la Escuela de Ingeniería por iniciativa del entonces rector, Héctor Ochoa; y el director de Planeación, Gonzalo Arboleda. Al acto, que se realizó a las 7:00 p.m. asistieron Rodrigo Uribe Echavarría, gobernador de Antioquia; Hans Heinrich Noebel, embajador de la República Federal Alemana; Jorge Valencia Jaramillo, alcalde de Medellín; además de los distintos miembros del Consejo Superior y algunos empresarios de la ciudad.


“No pensé que fuera a haber decanatura. Me dio un poco de susto pero asumí el reto de ayudar a crecer la Escuela”, afirma Sanín, quien recuerda que celebraron hasta la madrugada donde hoy es el bloque 18 en las instalaciones de la segunda biblioteca que tuvo la Universidad.


Ese 21 de febrero también se hizo el lanzamiento de Ingeniería de Producción como parte del Plan Quinquenal de Desarrollo 1979-1983. La carrera comenzó actividades con el apoyo de la Agencia de Cooperación Alemana (GTZ) y con la asesoría de profesores de las facultades de Ingeniería de Producción de las universidades de Bochum y Achen ubicadas en ese país.


En marzo de ese mismo año partió para Alemania un grupo de profesores de EAFIT con el fin de capacitarse y regresar a dictar las materias específicas de la carrera.


A la luz de las velas


Una de las anécdotas que comparte Juan Fernando Molina es cuando en una de las visitas de los docentes alemanes hubo una suspensión de energía eléctrica que se sumó al retraso de su vuelo. Llegaron a la Universidad y, sin querer modificar la agenda del día, invitaron a todos los colegas paisas a trabajar a la luz de velas.


Javier Mesa, egresado de la primera promoción de Ingeniería de Producción, dice que para quienes tenían vocación mecánica, de cálculo y diseño, Ingeniería de Producción fue amor a primera vista. “El Inicio no fue fácil, pero valió la pena. EAFIT no escatimó esfuerzos. A mediados del programa regresaron de Alemania los seis profesores becarios, con Ignacio Henao y Jairo Maya a la cabeza. Ahí la carrera tomó una nueva dimensión. Llegamos a la industria con formación integral en producción, y manejo y administración de recursos”.


También en mayo de 1979 se emprendieron los estudios tendientes a la apertura de Ingeniería Civil y en noviembre el Icfes concedió la licencia para iniciar en el primer semestre de 1980. Ingeniería Mecánica, por su parte, comienza actividades en 1982 y Geología en 1983.


En este proceso de creación de nuevas carreras, la empresa fue clave. Así lo expresa Molina: “Aunque no había estudios de factibilidad, muy a la criolla y muy a lo EAFIT, las propuestas se diseñaron con la ayuda de gremios profesionales y del sector productivo. Por ejemplo, Fabricato y un grupo de sus profesionales fueron de gran ayuda en el montaje de Mecánica y la gente de ISA dio su aporte en el caso de Geología. Todos ayudaron con ideas sobre las materias que debían estar en los currículos y contactos en el exterior”.


El ex decano señala que la Escuela de Ingeniería hoy ha alcanzado una elaboración intelectual más profunda, y un reflexionar sobre el presente y el futuro, pero que se alegra de ver que el espíritu original con el que fueron creados los primeros programas se mantiene, así como la innovación y la capacidad de buscar recursos.


Guillermo Sanín, por su parte, comenta que desde hace treinta años sabían que estaban sembrando una semilla que iba a crecer para convertirse una Escuela que le diera al país un toque especial. Tres décadas atrás, con Ingeniería de Procesos, les decían que estaban creando una cosa que no existía, y con Sistemas y Civil también los criticaban por las características del semestre de práctica.


Nuevo edificio para el aprendizaje


Desde el IBM 370-115 que ocupaba todo un sótano, muchos han sido los desarrollos en los que ha invertido la Escuela de Ingeniería, entre estos su Centro de Laboratorios.

Como parte de su crecimiento y con el objetivo de proyectarse la Universidad se tiene prevista la construcción de un nuevo bloque que, según su actual decano, Alberto Rodríguez, no se trata de un edificio, sino de una infraestructura que servirá no solo para integrar una noción de Escuela sino también para educar a los estudiantes en un espacio donde, a la luz del nuevo pénsum, pueda darse un aprendizaje basado en proyectos y trabajo colaborativo con las empresas que asegure el balance entre teorizar y aplicar.

“La nueva edificación será un espacio para el aprendizaje, no para la enseñanza. Por eso, en principio, no habrá tableros ni aulas de clase. La Universidad tiene tres derroteros: la parte de docencia con un énfasis en el aprendizaje, la investigación en el descubrimiento, y la administrativa en el compromiso. Estamos asegurando este plan de la Institución al hacer énfasis en el aprendizaje con esta concepción del espacio”, explica el directivo.


Esta concepción es fruto del trabajo de varios grupos de docentes de toda la Escuela, quienes reflexionaron sobre su quehacer y sobre las diferencias radicales entre aprendizaje e investigación. De esa reflexión surgió la claridad con la que el decano redefine la palabra “laboratorio pues, en sus palabras, ese vocablo conlleva invención, generación de conocimiento y tecnología, y lo que se hace con los estudiantes, aclara, es guiarlos hacia la apropiación de tecnología.


Esta “re-significación” de todo el concepto del nuevo edificio se verá reflejada en la infraestructura. Así, los dos primeros pisos serán talleres con máquinas donde los estudiantes aprenderán sobre procesos y a construir cosas. El tercero será un “laboratorio” que, como indica Alberto Rodríguez, se utilizará para la caracterización y ensayo de propiedades físico-químicas de los materiales. “Será el de la ruptura entre lo inmaterial, lo pensante y lo material. De ese piso para abajo serán pisos de concreción y de ahí hacia arriba de concepción y diseño”.


En el cuarto piso habrá un espacio para simular y modelar, y el quinto tendrá como regla que quienes trabajen allí lo hagan de forma colaborativa con la empresa.
“Estamos haciendo un quiebre pedagógico. Tenemos el ars y el logos. Estamos reforzando una idea de ingeniería que no es muy usual en este país. Hemos logrado que nuestros estudiantes desarrollen una capacidad de concreción y este edificio va a reforzar ese pensamiento”, concluye el decano.