Friday, February 12, 2010

Un sueño inadvertido




Foto Archivo CAD - EAFIT
 


En 1991 la Dirección de Formación Avanzada de la Universidad EAFIT contaba con 1200 matriculados en programas de especialización y maestría ofrecidos en seis ciudades del país. Para dirigir esta dependencia, el rector Guillermo Sanín contactó a Luís Arturo Penagos Londoño, por entonces director del Periódico El Mundo.



Desde meses atrás, Penagos venía tomando clases de inglés con Hugo Alberto Restrepo Ruiz, licenciado en Lenguas Modernas de la Universidad Pontificia Bolivariana. Entre sus conversaciones, Penagos sugirió a Restrepo que presentara una propuesta para un programa de extensión en inglés. Restrepo la envió, pero no obtuvo contestación. A su llegada a EAFIT, Penagos se enteró que Sanín había argumentado lo innecesario de un programa de inglés cuando se contaba con un Departamento de Lenguas que servía inglés en pregrado.



Penagos no compartió la apreciación y, propuesta en mano, habló con Sanín en compañía de Tabares. El rector expresó su preocupación por los docentes del Departamento de Lenguas, pero Penagos argumentó que ellos podrían beneficiarse del proyecto. La noticia llegó a Lenguas y las opiniones estuvieron divididas entre los docentes de tiempo completo quienes se sentían amenazados y los de cátedra que vieron una oportunidad.

Nunca se hizo un estudio de factibilidad ni se debatió el tema en el Consejo. La decisión fue conversadita entre Sanín, Tabares y Penagos entre octubre y noviembre de 1990 y principios de diciembre cuando Restrepo fue llamado a sustentar la propuesta.

Restrepo comenzó labores en enero de 1991. Su primera tarea fue diseñar la estrategia de mercadeo que contó con pasacalles y volantes que tenían un elemento muy llamativo para atraer a quienes conocían a Restrepo: “Programa de Inglés en EAFIT bajo la dirección de Hugo Alberto Restrepo”.



El volumen de inscripciones fue impredecible. Las secretarias del Centro de Educación Continua no alcanzaban a contestar todas las llamadas. Un día a la hora de almuerzo, Restrepo le respondió a un participante que llamaba desde el teléfono de un avión RJ de SAM pidiendo que por favor lo inscribiera porque llevaba tres días insistiendo sin poder comunicarse.



El lunes cuatro de febrero de 1991, Restrepo fue al Auditorio Fundadores para dar la bienvenida a los primeros matriculados. Ese día llegaron 20 personas más de las esperadas. Restrepo explicó las políticas y citó a los 20 para que comenzaran clase dos días después. Un par de días más tarde se presentaron, pero pasados treinta minutos, habían llegado 30 personas más, esta vez a un salón de postgrados con capacidad para la mitad de los que asistieron esa noche. Esta rutina se repitió cada dos días durante las dos primeras semanas.

Al 15 de marzo de 1991, el Centro de Idiomas ofrecía los primeros cursos corporativos a Inextra y al Comité de Cafeteros, contaba con un total de 426 alumnos, dictaba el primer programa de desarrollo profesional a sus docentes y sus directivas firmaban un convenio con L’alliance Francaise para abrir el Programa de Francés el primero de abril. Luego, se hizo un convenio con el Instituto Goethe para ofrecer el programa de alemán y Gustavo Vélez presentó el proyecto para el programa de japonés.



El programa de niños se abrió paralelo al programa de adultos con fuertes críticas por quienes pensaban que los niños no tenían cabida en la universidad. A finales de 1991, las niñas Catalina y Luisa Fernanda Sandoval fueron ubicadas en un club de conversación de adultos con la profesora Donna Gerrish. Uno de los primeros en presentarse al grupo fue Jorge Enrique Vanegas, periodista de Todelar. “My name is Jorge Enrique Vanegas. I’ve been to ten countries […]” -Mi nombre es Jorge Enrique Vanegas. He estado en diez países-. Cuando llegó el turno de Catalina, dijo con tono provocador: “My name is Catalina Sandoval, and I’ve been to 36 countries”’. Donna relató lo sucedido y Restrepo tomó la decisión de abrir inscripciones para conformar el primer Club de Niños.



Las primeras actas de notas se entregaron manuscritas hasta el segundo semestre de 1992 cuando empezó a funcionar el Sistema Acadi. Ese año el sistema registró 1683 matrículas y 54 profesores fundadores de los cuales siete aún laboran en la institución: José Bedoya, Sandra Gaviria, Donna Gerrish, Kinuyo Kaneko, Marcela Palacio, Lía Tobón y Jairo Moreno.



Para 1992, el Centro se había convertido en un gran generador de ingresos para la Universidad y contaba con una Asistente Administrativa –Alba Lucía Diez- y una Coordinadora Académica – Adriana González. Había crecido tanto que Restrepo se estaba ganando más que el rector. Este crecimiento desbordado hizo que en 1993 la universidad encargara los programas de formación avanzada a las decanaturas y creara la Dirección de Extensión bajo la dirección, hasta la actualidad, de Juan Guillermo Arango Vásquez.



El Informe General y Estados Financieros de 1991 reportaba: “con este Centro se espera lograr un apuntalamiento del proyecto hacia una Universidad Bilingüe y generar un soporte a las actividades internacionales que la Universidad está implementando”. Así se hizo. Quince años después, ocho idiomas, 180 profesores y 13353 matrículas en el 2005, la proyección del Centro de Idiomas es cada vez mayor. Un sueño inadvertido pintado de esperanza en un día de febrero de 1991.